viernes, 3 de abril de 2015

Me pareces tan ajena.

Me pareces tan ajena que me cuesta recordar que fuiste mía.
Me pareces tan ajena que casi no recuerdo tu sabor.
Me pareces tan ajena que he olvidado tus caricias.
Me pareces tan ajena que el recuerdo se vuelve olvido.

Y si hablamos de recuerdo, me encuentro yo:
Tirada en el suelo llorandole a una imagen borrosa,
casi desvanecida, 
casi inexistente.

Y si digo «olvido»,
te encuentras tú:
Tan fresca, tan viva,
tan existente y tan llena.

Te volviste ajena y no porque le pertenezcas a alguien más.
Eres ajena por el simple hecho de no ser mía.

Y te conviertes en ave, tan hermosa y digna de admirar
Pero tan aterradora en tus revoloteos y en tu partida.
Y para mí eres eso, 
esa vista maravillosa, perfecta,
en la que podría pasar mis ocasos contemplando tu hermosura.

Pero también eres mi fobia,
justo cuando el Sol no está,
tú también desapareces.
Y revoloteas y emprendes el vuelo
Y yo no sé cuándo volverás.

Hiciste amor en una noche y desamor el resto de los días.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario