martes, 2 de junio de 2015

Mi hongo alucinógeno.

Entraste a mi vida una tarde , y no precisamente cuando nos conocimos. Entraste a mi vida cuando me contaste sobre la tuya, cuando me hablaste de ti como si ya te conociera de antes, cuando me presentaste a tu mamá y a tus hermanos, aunque haya sido solo en fotos. Ese día no sólo me hiciste sonreír, también me invitaste a formar parte de ese grupo de personas importantes, sí, de esas que aparecen al principio cuando escribes alguna letra de su nombre en el buscador.
Dicen que las cosas más bonitas son las que suceden inesperadamente y tú sucediste en mi vida así, cual huracán.
Y me atrevo a llamarte suceso porque eres más que una persona cualquiera que se atreve a llegar a tocar la puerta en este desastre de vida; tú eres el hecho que hace que sonría, que me levante, que me vuelva la vida misma al cuerpo.
Pasaron los días y no sólo me invitaste a pasar la puerta de la confianza, sino que también me invitaste a tu corazón, sí ,ese lugar íntimo en donde guardas tus sentimientos y tus verdades.
Hablando de verdades, no hay más verdad que la verdad de que me gustas tanto como me gustan las tardes de invierno o un paseo al Iztaccihuatl o un toque de hierba.
Pongo tu nombre en mi lista cosas favoritas y aún así no estoy segura si es correcto hacerlo, porque en ti puedo tener todas esas cosas juntas. Tú tienes todo lo que me gusta.

Y cada día que pasa, me  invitas a enamorarme de ti como yo te invito a quedarte conmigo.

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